Primera práctica de fotoperiodismo, o como tener una excusa para salir de Pamplona. Me sentía un poco raro antes de ponerme a sacar las fotos del árbol, pues nunca había cogido la cámara de fotos por obligación y, en cierto sentido, tampoco lo veía como tal. Superado ese sentimiento me puse manos a la obra, a buscar un árbol bonito.

Pensaba que esta práctica me iba a servir sólo para dar un bonito paseo por Pamplona, pues ni veía un árbol que realmente me gustara (ya sea por típico o por estar completamente rodeado de otros más feos) ni me sirvió para conocer las diferentes variantes del Pino Navarro. Llegado este momento, el destino me tenía deparada una solución en forma de llamada de un amigo mío que se aburría sobremanera en casa y me ofrecía un plan alternativo para salir de Pamplona y su “mundanal pero menor que en otras ciudades” ruido. En ocasiones es cuanto menos curiosa la forma en la que acaban desarrollándose los acontecimientos.
Casi sin darnos cuenta estábamos en el pantano de Alloz y a lo lejos lo vi: majestuoso, robusto y en un entorno inmejorable. Desde ese día creo en el amor a primera vista. No lo dude ni un momento y me puse a disparar como loco. Me gustaría hacer un inciso en el texto y elogiar a la persona que inventó la cámara digital, que nos permite hacer tantas fotos sin preocuparnos del carrete. La verdad es que tuve bastante suerte de tener un día esplendido, lo que hizo que disfrutara aun más sacando fotos.

Dimos una vuelta por el pantano, lo que me permitió descubrir diferentes puntos de vista del árbol. Llegados al final de la mañana, el resultado era inmejorable, habíamos pasado la mañana fuera de un entorno urbano y tenía unas fotos impresionantes.

Ahora que lo pienso, ¿las fotos para que las había sacado? ¡Ah, si! Para fotoperiodismo.
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